La Dama y la -hermana- Muerte


Quiero comentar el interesante corto de Antonio Banderas "La Dama y la Muerte". En primer lugar, me resulta hermoso el planteamiento, porque no muestra la muerte como el tabú en que la convierte una sociedad materialista e hipertecnificada, sino como parte de la vida, como el umbral de una esperanza que nos trasciende. Aprecio belleza en ese encuentro entre la mano de la Dama y la de la Muerte, y me recuerda aquella alabanza del pobrecillo de Asís: "¡...y por la hermana muerte loado seas, mi Señor!" Ciertamente, creo que hay "un tiempo de nacer, y un tiempo de morir".

A la viejecita del cuento le había llegado el tiempo de morir. No hay en ello ningún desprecio de la vida, sino una aceptación serena de la muerte, con la esperanza en encontrar también amor -y quizá infinitamente más- al otro lado.

Por desgracia, nuestra medicina tecnificada y judicializada a veces impide la naturalidad y el amor que deberían acompañar a quien afronta este último viaje, muchas veces difícil, pero que puede ser emprendido con éxito. Al fin y al cabo, éste será el reto o la "aventura" final de nuestra vida, como diría Peter Pan: "¡Morir será una gran aventura!" En el corto, a aquella dama -llamarla así muestra la dignidad que se le reconoce-, no la iban a dejar morir en paz. En nuestra realidad cotidiana, detrás puede haber intereses de todo tipo, tanto por retrasar la muerte como por apresurarla: el rechazo de los familiares a aceptar la muerte de su ser amado y las presiones al médico para que aplique remedios hasta el extremo, el miedo del propio médico a verse denunciado si no hace todo lo posible (lo que se conoce como "medicina defensiva"), la prisa de algunos por quitarse el problema de encima, o hasta la escasez de camas en un hospital... muchos intereses se conjuran para a veces impedir que este último paso de la vida, tan importante, lo podamos dar como todos queremos: en paz, abrigados por el cariño de los nuestros y con una buena atención médica. Es cierto que el corto puede quedar un poco maniqueo al abordar el problema (el médico es el malo, el enemigo, y las enfermeras unas "barbis" frívolas que bailan a su son), y el desenlace puede parecer ambiguo, pero su denuncia del encarnizamiento terapéutico es clara y positiva, su abordaje de la muerte parece más que aceptable, y presenta la ideación suicida como el resultado de un fracaso absoluto. En el fondo, barrunto que el corto tiene la intención de avivar el debate sobre la eutanasia, y presentar una falsa disyuntiva: o encarnizamiento terapéutico, o eutanasia. Pero para cualquier persona con sentido común está tan claro que hay otras elecciones mucho mejores entre esos dos males que, si ése era su objetivo, realmente no lo cumple. También pienso que sigue la dinámica socialista de crear conflictos: "obrero bueno-empresario avaro", "laico bueno-cura hipócrita", "mujer buena-hombre machista", "gay bueno-gente homófoba", "abortista bueno-provida malo" y ahora "paciente bueno-médico malo". Pero es algo tan burdo, que creo que sólo un extremista compartiría esa visión caricaturizada de los médicos y sus intereses.

Afortunadamente, en nuestros hospitales no siempre sucede lo del corto... Es habitual que al paciente que se encuentra ya en un proceso que acabará con la muerte antes o después, se le escriba en la historia clínica: "NO RCP". Eso significa que no se empleen medios de reanimación (Resucitación CardioPulmonar) si se produce una parada cardíaca y respiratoria, para dejarle irse cuando le llegue su hora. Pero, aunque la inmensa mayoría de los médicos y de los ciudadanos tenemos esto muy claro, corremos el riesgo de deshumanizar la muerte si no recuperamos una cultura de la confianza en la relaciones médico-paciente. El paciente necesita que el médico le escuche, le informe, necesita participar de sus expectativas y tener la posibilidad de prepararse a bien morir según su mejor entender. El médico necesita, a su vez, ser valorado y respetado, no verse presionado a usar medios ya desproporcionados, por temor a exigencias injustificadas de los familiares o incluso a reclamaciones y demandas judiciales. Humanizar la relación médico-paciente y familia puede ser la clave, sin olvidar el papel importantísimo de las enfermeras. Hasta el trato humano de una auxiliar o incluso de la limpiadora que entra en la habitación, pueden cobrar un valor impresionante en momentos difíciles. Si no lo hacemos así, las consecuencias pueden ser muy tristes; en el corto se muestra bromeando, pero se pone de manifiesto el fracaso que supone para todos, medicina incluida, que un paciente llegue a pensar en quitarse la vida porque no le dejen morir en paz, "cuando le tocaba". Es difícil imaginar la soledad, el abandono y la frustración que eso provocaría en una persona, y lo difícil que sería luego, para los que le aman, asimilar ese fracaso. No se trata de provocar la muerte, ni de omitir cuidados básicos para provocarla, no se trata de prisas ni falsas compasiones (eso no sería más que otra forma de manipulación y de desprecio), sino de aceptar la muerte cuando llega, sin emplear medios extraordinarios para mantener la vida a toda costa, atendiendo a la persona, reconociendo plenamente su dignidad, como el ser espiritual que es, no como un simple "caso" médico. Y, por supuesto, haciendo lo posible, desde una buena y ética praxis médica, para paliar el sufrimiento.

Todos sabemos lo que es morir en paz, aunque cada uno tenga sus preferencias. En nuestra poesía más antigua encontramos una buena muestra, al final de las coplas de Jorge Manrique a la muerte de su padre:

"Así, con tal entender,
todos sentidos humanos
conservados,
cercado de su mujer
y de sus hijos, hermanos
y criados,
dio el alma a quien se la dio,
el cual la tenga en el cielo
y en su gloria,
que aunque la vida perdió,
dejónos harto consuelo
su memoria".

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