Ataque a la evaluación de medicamentos independiente de la industria


 La lucha para difundir análisis críticos de los medicamentos topa a menudo con la enorme maquinaria promocional de la industria farmacéutica. En esta lucha tan desigual, resulta increíble que un gestor público se alinee con lo peor de la industria farmacéutica, para acallar por la fuerza la información científica independiente.

 Esto es lo que acaba de pasar en el servicio público de salud balear, Ib-salut. Se ha negado la renovación del contrato a la farmacéutica Cecilia Calvo por un artículo, publicado en el magnífico blog de El Comprimido (Hospital Son Espases), en el cual puso en tela de juicio, aportando datos científicos, la eficacia de los injustamente llamados "condroprotectores" (condroitínsulfato, glucosamina, etc.). Además, el director de Ib-Salut ha remitido a los profesionales una nota en la que, con su propio criterio, defiende a estos fármacos. A Farmaindustria le ha faltado tiempo para aplaudir, negando incluso el derecho a cuestionar la eficacia de los medicamentos autorizados.

 Que el que tiene la obligación de velar por el uso adecuado de medicamentos en el servicio sanitario que gestiona se alinee con la industria farmacéutica, es ya inaudito. Lo ha hecho, además, para defender unos fármacos cuya utilidad ha sido ampliamente discutida en la prensa científica. Nosotros mismos elaboramos un informe cuestionando su utilidad, que finalizaba así:

"En conclusión, el efecto de estos fármacos (glucosamina y condroitín sulfato) puede ser explicado en gran medida, y tal vez totalmente, por un efecto placebo.

Por tanto, se trata de principios activos de eficacia dudosa y consideramos que el indicador de calidad de prescripción de AINE es consecuente al excluirlos de los fármacos de elección. Pensamos que la Guía del PAI de artrosis de rodilla y cadera debería modificarse".


 Este ataque, además, se ha llevado a cabo contra un grupo de evaluadores, como es el del Hospital Son Espases, que consideramos una referencia de calidad a nivel nacional e internacional. Y, en definitiva, constituye un ataque en toda regla a la independencia científica, dejando vía libre para que la salud de los ciudadanos pueda ser mercantilizada sin oposición.

 La tentación de algunas empresas farmacéuticas de acallar las voces críticas que publican cuestionamientos científicos a sus productos no es nueva. La excesiva influencia de estas empresas sobre algunos poderes públicos también es patente: si no fuera así, y si tuviéramos en España un organismo evaluador serio como el "National Institute for Clinical Excellence" inglés o el "Infarmed" portugués, otro gallo nos cantaría. Si se evaluaran críticamente los beneficios de los medicamentos antes de acordar sus precios y su financiación, tendríamos más médicos en los servicios de salud y menos listas de espera. En nuestra comunidad andaluza, recordamos cómo se financiaron específicamente medicamentos de valor intrínseco no elevado (fue en 1998, pero se siguen financiando) y cómo, en 2009, "desaparecieron" las novedades terapéuticas no recomendadas de los objetivos de prescripción hospitalarios. Todo eso es algo con lo que venimos lidiando a lo largo de los años, no exentos de amenazas ni sinsabores. Lo que no tiene precendentes es que un gerente de la cosa pública, con completa ignorancia de la cuestión científica, se preste de forma tan clara a actuar de ejecutor para esa enorme maquinaria promocional y mercantil. Y Farmaindustria, con su anuencia, se ha señalado públicamente como entidad defensora de lo menos ético de esa actividad económica. Si esta es la imagen que quieren promocionar de la industria farmacéutica, deberían pensárselo dos veces.

 Por eso, con completa independencia de cuestiones políticas, que nada tienen que ver con esto, protestamos por la indebida intromisión de un gerente en la labor profesional de quienes, cada día, nos esforzamos por ofrecer información independiente para promover un uso adecuado del medicamento y de los recursos públicos. En la lucha de David contra Goliat, de los blogs frente a los viajes internacionales y de las fotocopias frente a los langostinos, la evaluación independiente de medicamentos debe ser fomentada por los gestores públicos. Una evaluación de medicamentos independiente y crítica es herramienta imprescindible para aumentar la calidad y la eficiencia de la farmacoterapia, y eso nos beneficia a todos, excepto a los que pretendan ganar dinero con la salud a toda costa. Esperamos que la cordura retorne a Ib-salut, Cecilia Calvo sea rehabilitada, "El Comprimido" vuelva a publicar y los farmacéuticos del Son Espases sigan siendo nuestra referencia en la evaluación independiente de medicamentos.

... Pero los condroprotectores siguen sin funcionar. ¡Qué le vamos a hacer...! Más que hacer callar a quien lo denuncia, lo que habría que hacer es premiar su labor a contracorriente, y dejar de financiar estos productos como medicamentos, que es lo que ocurre en otros países. También es necesario que los gestores públicos estén un poco más al tanto de la tremenda lucha de informaciones y desinformaciones promocionales que existe en el mercado farmacéutico. Esta enorme metedura de pata debe hacernos aprender.

Emilio Alegre
Farmacéutico de hospital

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