Eutanasia: ¿un cristiano tiene algo que aportar?

En los debates sobre la eutanasia o el aborto, a menudo los promotores de ambas cosas acusan a sus oponentes de ser cristianos, indicando que eso les desecha para seguir dialogando sobre el tema.

Pero no es necesario ser cristiano para respetar la vida humana hasta su fin natural, haciendo todo lo posible por aliviar el sufrimiento y permitiendo una muerte realmente digna de un ser humano. Es más, ni siquiera hace falta ser cristiano para comprender y reconocer en la propia conciencia la sacralidad de la vida humana. Sí, "sacralidad". De hecho, el deseo que todos tenemos de que tanto la vida como la muerte sean dignas nos está hablando de su sacralidad. Porque queremos que sean dignas, pero... ¿dignas de quién? Dignas del ser humano, que si posee una dignidad específica es precisamente porque es mucho más que un ente biológico: es una persona.

¿Hace falta ser cristiano para desear una vida y una muerte verdaderamente dignas del ser humano? No, aunque hemos de reconocer que sí nos mueve a implicarnos a favor de la dignidad humana amenazada. Nos mueve a salir de la pasividad que supondría contemplar acríticamente cómo se pretende ofrecer a nuestros enfermos la inyección letal, como si fuera una forma "humana" de morir, cuando más necesitados están de otras ayudas, verdaderamente humanas, tanto médicas como afectivas y espirituales. Por eso es lógico que muchos de los que participamos activamente en esta defensa vital de la dignidad humana, desde la concepción hasta la muerte, seamos cristianos.

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