Interrupción involuntaria de un hechizo (caso real)





 Tumbada en una sala limpia, una mujer estaba dispuesta a que la sometieran a una intervención. El médico y la enfermera miraban la pantalla del ecógrafo mientras se preparaban.

En ese momento, la enfermera pronunció estas palabras dirigidas al médico: "son dos".

La paciente lo escuchó y preguntó, aún sin comprender: "Dos ¿qué?"

Sin que nadie le respondiera, de repente, cambió totalmente el gesto, se levantó con tremenda fuerza y decisión, arrambló con todo lo que tenía por delante y salió por la puerta tal como estaba. No la volvieron a ver.

Aquella enfermera fue despedida.

 ¿Qué fue lo que ocurrió allí? ¿Qué pasó tan rápidamente por la mente de aquella mujer?

 Y ¿por qué despidieron a la enfermera?

 La magia utiliza palabras que pretenden cambiar la naturaleza de las cosas; eso es a lo que llamamos "conjuro". El conjuro produce un "hechizo": lo que es, transforma su apariencia en otra cosa.

 Para cambiar la naturaleza de las cosas a ojos de todos, los grandes hechiceros actuales usan también un conjuro poderoso. Pero, a veces, como en este caso, se rompe el hechizo, y entonces todo vuelve a aparecer como lo que en realidad es. Cuando hablamos del tema del aborto, el hechizo consiste en que un niño o niña, el hijo, aparezca como un mero "embarazo", algo abstracto y sobre todo, impersonal.

 Se trata de un conjuro cuyas palabras construyen un lenguaje aparentemente inocente, aparentemente correcto, pero plano, carente de expresión:

a. "Tiene usted un embarazo de cinco semanas".
b. "¿Quieres seguir adelante?"
c. "Vamos a hacer la ecografía de las 20 semanas".
d. "Es tu vida, tú decides".
e. "¿Traes los papeles del IVE?"

 Sí, este es el lenguaje con el que nos referimos a algo tan tremendo, maravilloso, portentoso e increíble como que una nueva persona, alguien, un hijo, un niño pequeño, haya sido creado por Dios y venga al mundo.

  Al pensar "dos... ¿qué?", aquella mujer se dio cuenta de que eran dos niños. Se había roto el hechizo.

 La enfermera había roto la máxima regla del mago: proteger siempre el truco. En este caso, el truco es un conjuro que hechiza a millones y millones de personas, en nuestro país y en todo el mundo, para que acepten lo que ninguno de ellos aceptaría jamás naturalmente por su propio juicio. "Médico" y "enfermera" quedaron al descubierto.

 Por eso al abortismo internacional le hace daño que se sepa que han traficado con órganos. Si miramos el hecho en sí, parece absurdo, porque lo grave es abortar, matar al niño. Pero que se sepa que venden órganos deshace el hechizo, porque nos mueve a pensar: "¿órganos?" Sí, claro, órganos... de niños. No se dedican a solucionar embarazos, sino a matar niños.

 El filósofo Alonso Gracián escribe:

 "La transmutación mágica de los valores se ha logrado. Y ha sido realizada mediante "hechizos lingüísticos" -de forma que las cosas ya no pueden ser llamadas por su nombre..."

 Budziszewski, en su magnífico libro sobre moral, "Lo que no podemos ignorar", citado por Gracián, denuncia:

 "Esta es la esencia de la goeteia. No hay realidad; no hay nada dado; la esencia de las cosas será lo que decidamos. Magia negra".

 El conjuro necesario para que se produzca este hechizo consiste en que los profesionales, los políticos, los maestros, los profesores, y hasta los amigos, familiares, y todos los que no queramos enfrentarnos a posibles problemas, aceptemos un lenguaje plano y carente de valores que no llama a las cosas por su nombre. Este conjuro mágico transforma a un hijo pequeño, una nueva persona humana, en algo frío y nebuloso de lo que se puede disponer a voluntad.

 El conjuro lo repetimos, casi sin darnos cuenta, aparentemente sin que nadie nos lo imponga. Sí, lo hacemos nosotros, los que no queremos enfrentarnos a posibles problemas que imaginamos enormes. A los hechiceros les basta hacernos entender que ése es el lenguaje que tenemos que usar para seguir tranquilos, evitando conflictos. Sin apenas planteárnoslo, casi inconscientemente, aceptamos colaborar en esa aparentemente pequeña ocultación de la verdad, que se ha extendido a nivel mundial; aunque como verdadero amigo, amiga, médico, enfermera, legislador, maestro, abuelo, abuela... no deberíamos hacerlo, no deberíamos andar con falsedades, no deberíamos repetir el conjuro.

 Además, ¿seguro que esa ocultación es tan pequeña? ¿O es que hemos sido nosotros también previamente hechizados? Veamos la realidad: esto es lo que decimos en realidad cuando pronunciamos el conjuro, su significado oculto:

a. "Tiene usted un embarazo de cinco semanas". Más auténtico: "Vuestro hijo tiene cinco semanas".

b. "¿Quieres seguir adelante?" -en realidad transmitimos: "Si la idea de tener un hijo te preocupa, lo mejor es que le matemos". Cuánto mejor es decir, si vemos algún problema: "¿cómo te sientes?" Y si es mal, indagar la ayudarle/s a tener a su hijo, buscar apoyos en la familia, etc, y darle un contacto de quien pueda ayudarles.

c. "Vamos a hacer la ecografía de las 20 semanas". En realidad eso esconde: "vamos a comprobar si vuestro hijo está perfecto ahora que tiene 20 semanas, para que si no lo está, podemos matarle antes de que tenga 5 meses (22 semanas), que es el límite para no tener problemas con la ley". Nunca deberíamos hacer una ecografía con el único objetio de hacer un control de calidad para acabar con los "imperfectos": ¡tendríamos que empezar por nosotros mismos, carentes de la más elemental sensibilidad humana! Debería haber muchos más objetores a esa norma impuesta de la ecografía de las 20 semanas, como se esperaban los que la impusieron desde la OMS. ¡No se encontraron la resistencia que esperaban!

d. "Es tu vida, tú decides". En realidad, transmitimos: "Puedes matar a tu hijo o dejar que nazca, a mí me da igual. El problema lo tienes tú". Pero nadie tiene derecho a decirdir sobre si aborta o no, así que jamás deberíamos decir nada que reconozca ese derecho: estamos niguneando la vida de su hijo, y al final echamos más peso sobre la madre para que aborte. De nuevo, un "¿cómo te sientes/os sentís?",  sería muchísimo mejor, mostrando que de verdad nos importa lo que les pase, que estamos dispuestos hacer algo para ayudar a algo tan grande como es un nuevo niño en el mundo, y buscar la forma de ayudar o buscar ayuda.

e. "¿Traes los papeles del IVE?" Quien dice eso, en realidad está diciendo: "Necesito que rellenes el formulario, para matar a vuestro hijo sin tener problemas legales". Nadie debería arrogarse ese poder, ni participar en algo así. Debemos rezar para que las personas que tienen "trabajos" así se den cuenta que que un papel puede evitarles la cárcel, pero no debría tranquilizar su conciencia. Quiera Dios que dejen esos trabajos y encuentren trabajos de verdad, que les puedan contar a sus hijos.

7 semanas + 2 días
¡Y cuántas veces, por vergüenza o temor a lo que podría pasar, evitamos mostrar admiración ante lo admirable! El hechizo nos ha ocultado tanto la realidad... Llamar sencillamente a las cosas por su nombre nos sorprende.

"Hombre falso y lleno de maldad, enemigo de la justicia,
¿cuándo dejarás de torcer los caminos del Señor?"
Palabras de San Pablo a "Elimas", "el mago"
Hechos de los Apóstoles 13,10.

 ¿Cómo nos hacen entender y temer que si no repetimos el conjuro tendremos problemas? Una forma simple es mostrar públicamente lo que les pasa a los que no lo hacen. Para eso sirven las "Femen", las vestiduras rasgadas cuando uno se atreve a soltar una pequeña verdad en un programa de televisión, los calificativos enérgicos como "fascista", las pintadas, los carteles duros, los silencios y vacíos... Para quien está tentada de abortar, todo es falsamente delicado, se presenta el aborto como si no lo fuera, se oculta, se esconde; para quien pretenda oponerse, se manifiesta con crudeza y hasta violencia la defensa del aborto, ¡para intimidarnos!

 ¿Seguiremos colaborando, repitiendo ese conjuro por temor? ¿seguiremos callando la maravilla, avergonzándonos de mostrarla? Vemos que los cristianos son perseguidos hasta la muerte en Irak, Siria, Pakistán, Corea del Norte, África... incluso con sus hijos pequeños, por negarse a pronunciar unas "simples" palabras, un "conjuro" que les salvaría aparentemente la vida. En su lugar, dicen sencillamente: "soy cristano", "somos cristianos", incluso pintan en sus tiendas de refugiados: "¡Jesús es la luz del mundo!" Ellos sí confiesan lo que aman.

 Nos maravilla su testimonio, a la vez que nos alegramos por gozar aquí de más libertad, porque, al menos, podemos vivir y trabajar sin que nos maten o nos amarguen mucho la vida.

¿Seguro? ¿O es que, hechizados, estamos pronunciando desde hace décadas el conjuro, las palabras de una apostasía blanda y oculta, para no tener demasiados problemas? Y callamos la maravilla...
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P.S. A algunos les extrañará también que para explicar esto "haya tenido que nombrar a Dios".

Precisamente, ese es otro gran hechizo actual, incluso mayor y más esencial, la llamada "aconfesionalidad". Se transmite incluso entre cristianos fieles, por no tener problemas y por la repetición de que, escondiendo a Dios ante los demás y colaborando con su expulsión de la plaza pública, seremos más eficaces y, al fin y al cabo, eso es lo que Dios quiere, ¿o no?

¡Claro que no! Él quiere que nos revistamos con sus armas, no con el mismo camuflaje del enemigo. Pero eso podrá ser motivo de otro comentario...

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