Conciencia y aborto (I): la realidad moral


¿Es aceptable el aborto? ¿Es moralmente justificable?

 Para saber eso, primero necesitamos reconocer que existe una realidad moral. Necesitamos observar que la moral es algo más que un acuerdo, algo más que un invento humano. Hemos de concluir que lo que está mal moralmente, lo está en todo tiempo y en todo lugar, aunque la costumbre de determinada época o pueblo sea practicarlo.

 El gran drama del hombre moderno es precisamente desconfiar de su propia capacidad de contemplación directa de la realidad. Desconfiar, incluso, de que haya una realidad espiritual que contemplar, lo mismo que sí reconoce que hay una realidad física objetiva.

Hay cuestiones que no sólo no necesitan demostración, sino que sería absurdo intentar demostrarlas lógicamente. Sólo podemos contemplarlas, porque existen. Las observamos, son evidentes. Es evidente que existimos, es algo que conocemos directamente, inmediatamente. Tratar de argumentarlo lógicamente, como hizo Descartes con su "pienso, luego existo" sólo muestra la decadencia del pensamiento occidental. El pensamiento moderno, guiado por la influencia oriental, ha introducido una sospecha en toda observación directa, en la contemplación humana. Y en lugard e rectificar y volver as sus orígenes, a la verdadera razón, ha huido hacia adelante, hacia el racionalismo: pretender que lo evidente tenga que tener una justificación lógica llega a ser algo absurdo y destructivo para el propio conocimiento, para la propia razón, que no se sostiene a sí misma: "el sueño de la razón produce monstruos".

En el pensamiento clásico, verdaderamente racional, sobre el que se asentó la cultura europea, la razón se basaba y se ejercía sobre la contemplación previa de la realidad. Esta realidad se proclamaba como verdad contemplada, y se razonaba a partir de ella, para conocerla mejor, pero no se negaba. Por ejemplo, el hombre observaba el movimiento y luego se preguntaba cómo se producía. Pero no se negaba el movimiento; mejor dicho, lo negaban los sofistas, falsos filósofos. Las preguntas lógicas que niegan lo evidente como "¿por qué no va a ser el movimiento una mera ilusión?" no pueden contestarse, porque la lógica no es un instrumento para contemplar lo evidente, sino para conocer y comprender mejor lo contemplado. La única evidencia capaz de convencer a los sofistas es la esterilidad de su pensamiento o lo dañino del mismo. Lo que existe, existe. Podemos preguntarnos cómo es y por qué es así, pero negar lo evidente es una forma insidiosa de destruir el verdadero conocimiento.

Occidente ha mantenido esta visión realista y contemplativa sobre la natiraleza, y eso ha hecho progresar el conocimiento de las ciencias naturales. Pero, por desgracia, en el Renacimiento, a partir de Guillermo de Ockham, como señala Alonso Gracián, abandonó el mismo realismo en lo espiritual, y empezó a negar realidades espirituales como la propia existencia de la moral, un tema que Dostoievski trata magistralmente en su novela "Los Hermanos Karamazov".

Uno de los hermanos Karamazov, que han sufrido toda su vida las bravatas y malos ejemplos de un padre libertino, reniega de la realidad moral, y en sus artículos afirma que no es más que un invento humano, y que el hombre puede situarse por encima. Por tanto, realmente, no habría nada contrario al asesinato. El horror ante matar a otro hombre sería un mero convencionalismo, un acuerdo que se podría abandonar, y sólo se mantiene por conveniencia.

Sin embargo, el mismo hermano que dice estas cosas, se horroriza cuando un idiota, movido por sus enseñanzas, decide matar a su padre, lo hace, y presume de ello privadamente ante él, su hijo. Entonces, con su padre muerto por sus propias ideas, se da cuenta de la falsedad de su pensamiento, de que sí existe una ley moral objetiva que el hombre no inventa, sino que descubre y contempla.

 "¿Por qué?" o "¿por qué no?" son preguntas incisivas, aventureras, valientes, cuando se hacen para descubrir lo que aún se ignora, o para elevar al hombre hacia su propio destino. "¿Y por qué no vamos a poder convivir romanos y bárbaros?" "¿Por qué vemos moverse el sol?" "¿Por qué no vamos a poder llegar a las Indias navegando hacia Occidente?" Sin embargo, la pregunta lógica se vuelve destructiva cuando se aplica a realidades evidentes, que no podrían ser justificadas lógicamente, sino solo contempladas tal como son: "¿Por qué vamos considerar a los negros como seres humanos?", "¿por qué no vamos a poder matar si nos viene bien?"

No hay explicaciones lógicas para sostener lo evidente, como que existimos, que todos los hombres somos iguales en dignidad, o que existe una ley moral que no es inventada por el hombre, sino que es tan real y tan extrínseca como las leyes físicas, como la ley de gravitación universal. La base de todo eso está en el propio ser de las cosas, quie observamos directamente.

Como consecuencia, lo que está bien moralmente, está bien en cualquier tiempo y comunidad humana, y lo que está mal moralmente, está mal en toda comunidad y tiempo, aunque la costumbre sea otra.

Debemos aquí diferenciar moral de costumbre. Es una costumbre en Occidente comer con cubiertos, pero hacerlo sin cubiertos no es un mal moral. Eso es costumbre, no moral. En otro pueblo o en otro tiempo puede que estuviera bien comer con las manos directamente, hablar con la boca llena o eructar profundamente. En cambio, respetar a la mujer como igual en dignidad al hombre, será o no costumbre, pero sí es una realidad moral.

Si respetar a la mujer está bien, y considerarla o tratarla como inferior al hombre está mal, eso es así en cualquier pueblo o tiempo, independientemente de sus costumbres. Y como dice un famoso anuncio, "lo bueno, sale bien", es decir, lo que está bien moralmente hace bien a las personas y a la sociedad, y lo que está mal, aunque sea bien considerado por la costumbre popular de la época, hace daño a las personas y a la sociedad.

Pero no nos adelantemos al siguiente paso: porque, si existe una realidad moral objetiva, el hombre puede tener alguna forma de conocerla...

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